lunes, 28 de junio de 2010

Cero y van dos

El amigo Merino, Español avecindado en Saltillo, Coahuila, estuvo con nosotros en la Arena 8 segundos montando una excelente yegua cuarto de milla la cual tiene gran disposición para las suertes charras y de rodeo. Una yegua con un temperamento tranquilo pero que si le hablas y le arrimas las espuelas responde inmediatamente. Hago mención de la nacionalidad de Merino porque acostrumbrado él a caballos portugueses y españoles que son mucho más inquietos, más alegres que el cuarto de milla, se quejaba de que a la yegua había que apurarla para que se moviera.

Mi amigo desde la infancia Lalo Muñoz, fanático de los caballos y criador de éstos tal vez desde que nació, recientemente me comentaba que a él le gustan los caballos alegres, desconfiados, soberbios y prestos a la acción. Literalmente me dijo que no le gustan los caballos "mensos".

Cero y van muchas personas con las que difiero en cuanto a generalizar las cualidades de los caballos. Cada línea tendrá sus aptitudes y diferente grado de inteligencia, no podemos tratar de obligar a un animal a desempeñar funciones que no traiga en su temperamento.
Mención aparte es la crin del caballo "Hollywood"; para mi gusto ese greñero está de más, el caballo vale por su manifiesta inteligencia, casi le adivina la orden al charro, pero como su finalidad es el show pues ni hablar...

Sin freno ni riendas el Hollywood coopera en su rutina, chingao, así quisiera yo que me obedecieran mis hijos, me gustaría mandarselos al charro pa que les diera una arrendadita.

2 comentarios:

  1. Pestañea en algún momento el caballo? Me he quedado tonta viendo el video. Voy a ver si le mando a mi perro.Precioso caballo, muy hermoso.

    Saludos vaquero

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  2. Ya sé que la comparación no es válida, pero yo creo firmemente en las cualidades " personales" de los animales. Tuve un gato señorito, que era magnífico, era bravo, valiente, elegante, limpio, inteligente...era increíble...pero un día se creció tanto que no dejaba a nadie entrar en casa. Empezó a tirarse a la gente ( a los de afuera) y tuve que sacrificarlo. Aunque suene tonto, pasé por un duelo animal. Lloré mucho. Me eché la culpa por no saber educarlo bien. No sé, qué pasó. Quizás sólo era un animal demasiado salvaje para estar en el piso de una ciudad...ahora tengo una gatita mansa y preciosa. La quiero mucho,pero no es ni comparación con mi hermoso, fantástico e inolvidable Versace.

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