viernes, 29 de octubre de 2010

Y todo por unos candiles...


Es la historia de un gran jinete y de un caballo que sabía volar aunque del caballo poco sabemos, del jinete conocemos su controvertida vida afectada por la intriga, deporte nacional que lo dañó a lo largo de su existencia y lo acompañó hasta su muerte.

El General Humberto Mariles dedicó 12 años de su vida a preparar al equipo ecuestre mexicano pero cuando consideró que estaban listos para asumir el reto olímpico que se llevaría a cabo en Londres allá por 1948 una gran roca se interpuso en su camino.

El entonces Presidente de la República, Miguel Alemán, quien ni sabía ni le interesaba el deporte de la equitación (ni muchas otras cosas), le notifica al Gral. Mariles que la participación del equipo queda cancelada, su apreciación es tan rotunda como peregrina: -No pueden ganar, menos con un caballo tuerto. "El arete", que así se llamaba el caballo estrella del equipo era tuerto debido a una deficiencia orgánica pero esto no menguaba su desempeño físico, decían los que lo conocían que éste caballo en verdad volaba por sobre los obstáculos de la pista.

El Gral. Mariles desobedeciendo las instrucciones presidenciales se embarca hacia Londres a participar en las Olimpiadas y haciendo un extraordinario papel como equipo consiguen dos medallas de oro y una de bronce, algo inusitado en la historia deportiva del País; el binomio Mariles-Arete sobresalen en las competencias y cautivan al público aficionado al deporte ecuestre.

De sobra está mencionar que el Presidente M. Alemán "perdonó" la indisciplina de Mariles, lo felicita por el triunfo del equipo y lo reincorpora al entrenamiento cotidiano del deporte tan amado por el General.

Mariles se convierte entonces en un Alemanista férreo de manera tal que el Presidente al final de su gobierno hace el encargo al General de la entrega de la residencia oficial "Los pinos" al electo Presidente Adolfo Ruiz Cortines. Cuenta la historia que durante la entrega, estando presentes Mariles, Ruiz Cortines, López Mateos y Uruchurtu, Mariles se percata de que faltan unos candiles en la residencia y encolerizado reclama a los presentes el faltante, acusandolos de sinvergüenzas y traidores. López Mateos calla, Uruchurtu sugiere a Ruiz Cortines que haga detener a Mariles y lo procese por tal falta de respeto.

Adolfo Ruiz Cortines no actúa al momento, tiempo después, ya de Presidente ordena disolver el equipo ecuestre mexicano; golpea a Mariles en donde más le duele.

A partir de ese momento la vida de Mariles se llena de vivencias desafortunadas que lo llevan a prisión por un incidente de tránsito, en un juicio en el que resulta desfavorecido, decisión de un juez que así consideró el caso.

Murió en condiciones poco claras, en una situación que se antoja preparada antes de pensar que un personaje de su talla pudiera incurrir en fallas no propias de su formación profesional.

La historia nos revela quienes fueron Miguel Alemán, Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos y Ernesto Uruchurtu, sólamente los descendientes del primero ostentan hasta la fecha fortunas incalculables. Una apreciación muy personal me indica a donde fueron a parar los candiles faltantes, los que encendieron la ira del militar y apagaron paulatinamente su carrera, su amor por la equitación, su dedicación a los caballos.


Y todo por unos candiles...



1 comentario:

  1. Ya lo decía un amigo: no le cuentes a nadie donde cuelgas tu candil. Tardé años en descubrir el sentido figurado...

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