lunes, 15 de febrero de 2010

Una de vaqueros


Después de 120 km de camino pavimentado, por la en una época llamada "carretera hacia ninguna parte", y un trecho bastante largo de terracería, incluyendo el atravezar la Sierra de Múzquiz a través de un túnel en la sierra que cabe mencionar está hecho sin soportes estructurales, sobre la roca misma, decía; después de conducir y bordear por el Valle Colombia, San Marcos, El Fortín y otros ranchos igualmente famosos por su actividad ganadera y sus programas de conservación de fauna silvestre, llegamos a la entrada del Rancho La Gorriona como a eso de las 19:00hs. Como era verano todavía logramos 2 horas de luz y al adentrarnos en el rancho me sorprendió ver a la vera del camino considerable población de venados que nos veían extrañados pero nunca asustados.

Llegamos al casco del rancho y después de cenar y platicar con los vaqueros nos dispusimos a descansar para madrugar otro dia a lo que sería un típico día de trabajo en un rancho ganadero.

Como a las 5:00 de la mañana escuché un sonido rítmico, inconfundible que identifiqué como el palote sobre el tablero; era el cocinero que hacía las tortillas de harina que complementarían nuestro almuerzo.
Me levanté a platicar con el cocinero y por hacer platica le dije: -ya han de estar aburridos de comer carne de venado-. Se dirigió hacia un gran refrigerador horizontal repleto de carne de res y me contestó:- la instrucción del dueño es que no se tocan a los venados en tanto la hielera tenga carne de res. Bueno no obstante que me gustan las armas y tengo algunas, jamás me ha gustado la cacería, por lo que mi pregunta solo fue por conversar pero la respuesta fue por demás agradable.

Después de almorzar eramos seis jinetes quienes elegimos montura y riendas dentro de una bodega que contenía aproximadamente 25 de éstas. Posteriormente elegir caballo de entre una caballada de 12; quien lo dijera, elegí una yegua sumamente parecida a mi "Tejana", de lo cual conservo una foto.

Fué de campear hasta las 14:00hs, revisando los potreros para así regresar a la comida, descansar un rato y volver para terminar de recorrer las pastas programadas.

Extenso rancho e interesante el trabajo de los vaqueros que me hacen pensar que en el campo no hay lugar para los despistados. Era la cuestión de andar revisando el rancho y el ganado pero al mismo tiempo permanecer alerta por la fauna silvestre como león, puma, osos, que no ví pero que hay que considerar que los hay. En un momento de intenso sol, me dispuse a descansar bajo una gigantesca palma, solo que desistí al percatame que la refrescante sombra estaba ocupada por una gran víbora de cascabel que dormitaba.

Más por respeto a la vida silvestre (Jaá) que por miedo proseguí con mi tarea dejando el descanso para después.

Este inmenso valle ganadero tiene muchas historias, que iremos recordando de poco en poco para no cansar a los lectores o como dicen en la TV, esta historia, continuará....


3 comentarios:

  1. Vaya, leerte, a veces, es como abrir un libro de aventuras o ver una película. Estaremos atentos a leer la continuación.

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  2. Que bueno!! Me ha encantado tu entrada,la he disfrutado mucho.Es como dice Pilar, leer un libro de aventuras.

    Saludos vaquero(nunca mejor dicho)

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  3. ¡Hermosísima fotografía del venado y de los terrenos que aparecen atrás!

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