viernes, 6 de noviembre de 2009

No hay sábado sin sol ni domingo sin vaqueros


Pues me fui a Palaú a pasar el fin de semana, aprovechando para campear por el rancho. Nos tocó un día muy agradable, soleado y fresco ( toda vez que era de ese mismo día, de ahi su frescura). Recorrimos tal vez un tercio del territorio ya que empezamos un poco avanzada la mañana, me pareció que el terreno estaba en buenas condiciones no obstante que este año no fue muy llovedor y los estanques se veían semivacios pero las vacas en muy buenas carnes. Espero en próxima visita campear por otro flanco, la vista que se ofrece es magnífica y digna de verla y recorrerla toda, no le hace que se lleve tres días.

Recordando que en esta tierra, llamada región carbonífera se ubica el rancho no pude evitar imaginar que debajo de nosotros las máquinas trabajan incesantemente para extraer de las profundidades el mineral que da sustento a la economía local; pensar que allá abajo se respira la muerte como una forma de sobrevivir y conviven cotidianamente la explotación y la esperanza o como luego dicen cuando ya no hay remedio: un mal necesario.

Pues mi yegua "la texana" al subirse al remolque se golpeó una pata y se dolía por lo que opté por dejarla descansar y me tocó montar al caballo moro de Isa.
Y Bladimir que llevaba puesta una gorra de besbolista, de seguro que para los juegos de beisbol se ha de poner sombrero vaquero; ni modo, lo que menos puedes ver en casa lo has de tener. Un muy mal ejemplo para las generaciones venideras. Al fondo una parte del campo de pastoreo.


Y ya para terminar, ahi les va:


A mi me empujó a escribir
mi amor por la ranchería
mas lo que voy a decir
espero que nadie dude
no escribí como quería
solamente como pude.

1 comentario:

  1. Pues te quedó rebonito
    al menos para los lectores
    que seguimos este blog
    y somos admiradores.

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